Episodio #25. La ecofrustración: un consumo sostenible para unos pocos.
El objetivo 12 de los ODS de la Agenda 2030 nos dice "garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles". ¿Nos demandan cuestiones imposibles o hay algo de realidad tangible en esta cuestión?
Bienvenidos al episodio número 25 de “No Data, No Party”. Cada semana os traemos un análisis o reflexión sobre la actualidad política y social, con algunas recomendaciones estratégicas para mejorar la comunicación política. Con datos, por favor.
Se acercan las fechas navideñas y, aunque la previsión de la OCU es que el consumo disminuya en España un 8%, la preocupación por el consumo sostenible sigue candente, especialmente en aquellas generaciones que han nacido al albur de una nueva mentalidad con respecto al consumo.
La ecofrustración de los jóvenes es un fenómeno emergente que refleja una profunda disonancia entre la conciencia ambiental y las posibilidades reales de actuar en favor del medio ambiente.
En un contexto donde la crisis climática es una de las principales preocupaciones globales, los jóvenes son conscientes de la urgencia y la gravedad de los problemas ambientales. Sin embargo, se encuentran atrapados en una paradoja: a pesar de su compromiso y deseo de contribuir a la sostenibilidad, carecen de los recursos y las oportunidades para hacerlo de manera efectiva.
Las barreras económicas son uno de los factores que más influyen en esta frustración. La sostenibilidad, en muchos casos, está asociada con costos elevados, desde la compra de productos ecológicos hasta el acceso a opciones de transporte sostenibles. Para una generación que enfrenta una precariedad laboral significativa y altos niveles de endeudamiento, las opciones “verdes” suelen ser prohibitivas. Esta falta de medios limita la capacidad de los jóvenes para tomar decisiones de consumo responsables, generando un sentimiento de impotencia que incrementa su frustración.
Contexto económico actual
La falta de oportunidades laborales estables y bien remuneradas, junto al aumento del nivel de vida, coloca a los jóvenes en una posición en la que priorizan la supervivencia económica sobre la sostenibilidad ambiental. Aunque los jóvenes desean vivir de acuerdo con sus valores ambientales, el coste de esta alineación puede resultar inasequible y poco realista.
Los jóvenes perciben que los gobiernos, empresas y actores institucionales o corporativos no responden ni son proactivos con la sostenibilidad. A pesar de los discursos sobre responsabilidad ambiental, las políticas medioambientales y las medidas corporativas, estas son insuficientes o están diseñadas de forma poco ambiciosa. Esto no solo refuerza su frustración, sino que también alimenta una creciente desconfianza hacia las instituciones y el sistema en general.
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